Sur otoñal

escucho al corazón de cristal
crepitar en las inmensidades
de un silencio insalvable

como una vuelta de página
el aleteo de un pichón
saliendo del nido

una llamarada se agita con el aire
del sur otoñal que acarrea
en el viento
la tormenta.

Liberarse

las cuerdas retorciendo
flagelos de los pies
en el borde del nudo mundo
de un precipicio

enquistados caminos de lo antedicho
trémula voz de un cacareo
que se infiltra en un sueño

olvida en el arte
de la suspensión el coágulo
y viste
filtración de luz
en el cuenco bebible del instante

los personajes son murallas
condescendientes a la vigilia
aunque sumisos al canto
nos dejó
el pájaro en la noche

y acá
con abismo y conflicto
entre sus manos
le crecieron alas de Ginkgo
con la ceniza del dolor
brotando
sin presión
sin mí

quien dice dónde
 dice cuándo
pero nunca quién
entramando la fragilidad
de las cosas perdidas
y por encontrar
como la poesía
atina
            al invisible nadie
volverlo multitud.

Lombriz de tierra

como el plomo de una caña
cae

la caída en su cuerpo
vibra

el secreto del fondo
envuelve

como una hormiga reina
vive

acechada por fantasmas
se
retuerce

Pájaro de fuego

Ser pájaro de fuego
en ovillo de agua

cruzar las alturas
de una niebla
la puerta encrucijada
del desierto

verse vernáculo en verso
y desatar
a campo semántico
un ejército parva
            en boca de otro

ser atmósfera en lo tardío
            lo prematuro
huevo y tumba

            en su justa medida
punta de flecha
dirigida al silencio
en aleteo de infierno
torrente del tiempo.