las cuerdas
retorciendo
flagelos de los pies
en el borde
del nudo mundo
de un precipicio
enquistados
caminos de lo antedicho
trémula voz
de un cacareo
que se infiltra en un sueño
olvida en
el arte
de la suspensión el coágulo
y viste
filtración de luz
en el
cuenco bebible del instante
los personajes son murallas
condescendientes
a la vigilia
aunque sumisos
al canto
nos dejó
el pájaro en la noche
y acá
con abismo
y conflicto
entre sus manos
le crecieron alas de Ginkgo
con la
ceniza del dolor
brotando
sin presión
sin mí
quien dice
dónde
dice cuándo
pero nunca quién
entramando la
fragilidad
de las
cosas perdidas
y por encontrar
como la
poesía
atina
al invisible nadie
volverlo
multitud.