Acá estoy
alucinando en la riada de fuego
en la
existencia purpúrea de unas manos ajadas hace tiempo
de tanto
elevar voces en donde antes sólo había pesadilla de silencios
y crecen en
mis vocales el hoyuelo de una sonrisa
junto a las
fragancias rudas de un par de alas diacrónicas
y en sí mismos los cántaros desconforman la circularidad
de un hueso
que sostiene el altar con mi nombre
en donde
una llama inextinguible ilumina el rincón para la ceniza.