Niebla porteña

Una niebla inmensa avasalla al paisaje en Buenos Aires. El frío pisa fuerte entre las baldosas porteñas y a su lado, una ola de desinformación constante me perturba. Quiero amanecer con el tridente entre mis manos y salir a caminar por el infierno. Se está prendiendo fuego todo. ¿Es niebla o humo, gases o lluvia ácida? El apocalipsis cotidiano. El intentar renacer cada día, para no morir en el encierro. El mundo tiene puntos de influjo, huecos de saturación y líneas cósmicas, entrelazadas para nosotros como en una pintura barroca del siglo XXI. La estética de la pantalla es la desmesura de una boca que perpetúa su hambre de dolor. Lluvia y escupitajo no son lo mismo. No es una cuestión de la naturaleza. Es el imperio en su dimensión de ameba, avanzando por los aires, pegoteando en mi ventana el color gris. Y acá yo, en la cocina, intentando hacer de estas un trapo para limpiar la suciedad compartida.