Arrojé
piedras al rincón
y levanté una pared
que me
protege del viento
aunque cada
temporada
mi nostalgia arrasa
con los
nidos de pájaros
y entre los
guijarros
de mi pasado inconcluso
escucho el
canto de los restos
como quien
quiere acaparar luz
pero la
hipnosis vespertina sobre la hierba
lo atomiza en polvo
y queda
deletreando rastros
incubando hilos de frágil cáscara
contra sombras
de tensa realidad
y sueño
encolerizado
por marionetas
del teatro que se destruye en mí.
Hoy agarro
el machete y el martillo
y bailo la danza del río
mientras destruyo
el muro
y levanto el paisaje etéreo
donde mi
raza sumergida espera
y ya no me
dedico a la construcción de lo fronterizo
ni al arma nuclear de mis manos de hueso
sólo quizás
vasija cuenco donde yema acaricie plumas
vuelva a levantar mi llanto
antigua voz
busco que no queme pero hierva
en la fría cueva escabullo la clave
donde espíritu
vibra libertad tejido en verdor
donde árbol
viento y fruto silban su partir en boca.